INTOXICACIONES
Las intoxicaciones agudas ya sea por medicamentos, productos químicos, vegetales, o gases, son un motivo de consulta cada vez más frecuente en las salas de los hospitales y en los consultorios médicos.
Los tóxicos y/o venenos son substancias capaces de producir efectos negativos en el organismo.
Las intoxicaciones accidentales, que son casi el 90 por ciento, son mucho más frecuentes en el grupo de edad de uno a cinco años, lo que obedece a la curiosidad de los niños por todo lo que los rodea, y al descuido de los adultos sobre todo con medicamentos y productos de limpieza.
En los niños mayores y en los adolescentes, por el contrario, las sobredosis de medicamentos o productos químicos se asocian con más frecuencia a intentos de suicidio.
En cuanto a los agentes causantes se refiere, hay una clara diferencia entre el alto porcentaje de medicamentos antidepresivos, hipnóticos (que producen sueño), y otras drogas que causan intoxicaciones entre los adolescentes, y las producidas por productos químicos caseros (jabones, lejías, raticidas, limpiadores de metales, productos para la madera, etc.), plantas, hidrocarburos y otros implicadas en intoxicaciones entre los menores.
1. Por vía oral, con mucho la más frecuente.
2. Por vía inhalatoria, gases como el monóxido de carbón (gas del escape).
3. Por exposición cutánea, a través de la piel.
4. Por exposición ocular.
Generalmente los padres sabrán si el niño ingirió una sobredosis de algún químico o medicamento porque lo habrán presenciado, él o ella lo dirán, recibirán la noticia de alguna otra persona, o tendrán evidencia indirecta de ello como el derrame de líquidos ya sea en la ropa del niño o en el piso, la disminución brusca de tabletas de uso frecuente en un envase, etc.
En muchos casos la exposición a un tóxico puede afectar a un niño pequeño que todavía no habla, o que se dejó solo, o a un adolescente implicado en un intento de suicidio que puede no querer revelar información importante para su tratamiento.
Debe sospecharse la posibilidad de un envenenamiento en todo niño previamente sano que sin explicación se comporta de manera extraña, está somnoliento o excitado, tiene convulsiones, o respira más rápido de lo habitual y su corazón está acelerado (frecuencia cardíaca mayor de 140 por minuto), presenta dolor abdominal o vomita sin cesar .
Antes de acudir al hospital, al centro de salud o a la consulta médica, es importante que usted obtenga la siguiente información:
a) Nombre del producto químico o medicamento implicado
b) Lista de ingredientes
c) Calcular la cantidad de tóxico tomado: esto se lo puede hacer restando de la cantidad original del frasco, la cantidad que aún queda en él (sea volumen de líquido o número de tabletas).
d) Calcular el tiempo transcurrido desde el accidente.
e) Definir los síntomas, el momento del inicio en relación con la ingestión y su progresión.
f) De ser posible, lleve consigo los envases del producto, la ropa contaminada, y si es posible guardando todas las precauciones del caso, una muestra del veneno.
No existe un antídoto para cada veneno.
Todo niño en quien se sospeche un envenenamiento deberá ser trasladado a un servicio médico. Hasta llegar allí, usted podrá implementar las siguientes medidas:
- En todo niño intoxicado, o en quienes se presuma este problema, se deberá aplicar todas las maniobras incluidas en un proceso de reanimación básica: el ABC (ver capítulo de reanimación correspondiente).
- Tratar de eliminar el tóxico que aún no se ha absorbido ya sea por vía respiratoria, cutánea o digestiva:
- En caso de tóxicos inhalados retirar al niño del ambiente contaminado.
- Cuando la exposición es por vía cutánea se deberá retirar la ropa usando guantes y mascarilla, para evitar que el rescatador también se afecte. Con un paño seco, una brocha, gasa o papel tratar de retirar el líquido o polvo que aún está sobre la piel. Luego irrigar con abundante agua y lavar el área expuesta con agua y jabón, incluyendo un buen lavado del cabello si es necesario.
Si los ojos han resultado expuestos, deberán irrigarse inmediatamente con cantidades copiosas de agua o solución salina durante un mínimo de 10 a 15 minutos.
- Mantenga al niño recostado sobre su lado izquierdo ya que esto hace que el estómago se vacíe más lentamente.
- No debe dar agua o leche para diluir al tóxico salvo indicación precisa del médico (leche para los ácidos, jugo de limón para los álcalis como la lejía); la razón es que estos líquidos pueden disolver el veneno con más rapidez, llenar el estómago y acelerar el paso de su contenido al intestino delgado desde donde se absorberá por completo.
- Trate de provocar el vómito. Maniobras como estimular la faringe pueden ser inefectivas y no conseguir un vómito suficiente. Si lo tiene disponible administre jarabe de ipecacuana a una dosis de 1ml./kg. de peso en niños menores de un año, 15 ml. en niños mayores de un año y 30 ml. para mayores de 12 años.
- No provoque vómito cuando se hayan ingerido cáusticos, corrosivos, o hidrocarburos, si el niño está inconsciente o somnoliento o si tiene convulsiones.
- Otras medidas específicas como el lavado gástrico, el empleo de carbón activado, la administración de laxantes o del antídoto específico, son medidas que las deberá tomar un profesional sanitario