ANEMIA
La anemia representa una disminución del nivel de hemoglobina en la sangre necesario para satisfacer las necesidades de oxígeno de los tejidos.
Es una proteína que se encuentra dentro de los glóbulos rojos y que es capaz de transportar el oxígeno desde los pulmones al resto del organismo. La anemia no es una enfermedad en sí misma, sino un signo de muchas otras alteraciones orgánicas.
Las consecuencias de una anemia aguda en un niño pueden ser el aumento de la frecuencia cardíaca y el pulso, la aparición de soplos cardíacos, escasa tolerancia al ejercicio (se cansa fácilmente con el mínimo ejercicio), sueño excesivo, y sobre todo en lactantes, fatiga al comer. La anemia crónica suele ser mejor tolerada por los niños, pero pueden presentar un escaso rendimiento escolar, pobre ganancia de peso, caída del cabello, uñas quebradizas, irritabilidad, disminución de la memoria e interés, lengua roja y dolorosa, etc.
1. Reducción en la capacidad de producción de glóbulos rojos:
A) Insuficiencia de la médula ósea: enfermedades de la médula, medicamentos, infecciones por virus, cáncer.
B) Estados deficitarios: vitamina B6, B12, hierro (el déficit de hierro es la causa más común de anemia en la infancia).
2. Hemólisis o destrucción de los glóbulos rojos.
3. Pérdidas de sangre:
A) Agudas como en el caso de una hemorragia masiva, o
B) Crónicas como en un sangrado gastrointestinal (úlceras, pólipos, infestaciones por parásitos), menstruaciones abundantes.
Es recomendable que todo niño se someta a un examen de sangre rutinario por lo menos una vez al año y así se podrán diagnosticar y tratar tempranamente casos de anemias iniciales.
Se deberá sospechar este problema en todo niño que presente los síntomas enunciados anteriormente.
El tratamiento dependerá de la causa de la anemia. Deberá ser siempre manejado por el médico y con un seguimiento cercano.
Como ya mencionamos, en nuestro medio la anemia más frecuente es secundaria a la deficiencia de hierro. Puede evitarse:a) administrando suplementos de hierro por vía oral a las mujeres embarazadas, a los lactantes (niños menores de dos años), y adolescentes; b) asegurando a los niños dietas ricas en hierro y minerales, como las legumbres, verduras y sobre todo carnes, c) tratando periódicamente la parasitosis.